Sal con
alguien a quien le guste el olor de la tierra mojada por la lluvia. Que valore
las cosas simples. Alguien que llore escuchando el playlist de su ipod cuando esté deprimida.
Que no gaste mucho tiempo en maquillarse para salir contigo y que no te crea cuando
le digas que se ve hermosa. Alguien que
lea y siempre se enamore de los protagonistas de sus novelas.
Alguien a
quien no le importe tus manías. Que pueda lidiar con tus demonios y, con
suerte, con los de ella. Alguien a quien le guste despeinarse al abrir la
ventana del carro mientras van a 160 km/h. Que te tome de la mano y le puedas
dedicar baladas de Roberta Flack.
Alguien a quien no opaque tu presencia sino que
brille a tu lado. Que sepa la diferencia
entre un romance y un capricho. Alguien que no te dé
explicaciones y nunca te las pida, porque a fin de cuentas de nada sirven.
Alguien que sea capaz de preparar un almuerzo sin pasarse de sal. Que le guste las películas de Tarantino aunque a veces no las entienda.
Alguien que te haga reír con
la misma capacidad con que te hace enojar. Alguien que convierta los
silencios incómodos en momentos de gloria. Que comparta tu disgusto por la
poesía y el arte abstracto.
Alguien a quien le puedas decir la verdad sin rodeos. Que sepa cómo hacerte sentir mejor cuando las cosas no anden
bien. Alguien que prefiera a Tolstói por encima de Hemingway.
Pero
sobre todo, decídete y sal con alguien que te guste y con quien puedas
disfrutar ser tú mismo, porque
chicas así son difíciles de encontrar... Y, en verdad, no sé cuánto tiempo más
podré esperarte.